Alberto “Bertie” Benegas Lynch, diputado nacional por La Libertad Avanza, sostuvo este domingo que el ex Ministerio de Educación -área que ahora forma parte de la cartera de Capital Humano, bajo la conducción de Sandra Pettovello- era “un comité de burócratas”. Y, al mismo tiempo, aseguró que no cree “en la obligatoriedad de la educación”.
“Decimos que es importante la educación y ¿cómo se te ocurre darle a un comité de burócratas la decisión de la educación? Si creemos que tenemos para los micrófonos, para el café, los autos y los anteojos tener competencia y la cosa lo más abierta posible, ¿cómo en la educación, que es lo más importante, vamos a tener esa cerrazón?”, planteó el diputado Benegas Lynch durante una entrevista para con Romina Mangel en FM Milenium 106.7.
Luego, según publicó Infobae, al ser consultado por la obligación del Estado en que los chicos estén escolarizados, el economista aseguró: “Yo no creo en la obligatoriedad de la educación”. Y, en esa línea, justificó: “La libertad también es que si no querés mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller, puedas hacerlo”.
Lo que dice la Ley y la importancia de la escolaridad
Al buscar abordad el concepto de nación, nos surgen muchas opciones y varias grietas, sin embargo, más allá de las dicotomías y antinomias, nada nos debe impedir valorar, como tal, un acontecimiento histórico que transformó la realidad social argentina y nos ponderó como un verdadero ejemplo en el concierto de las naciones a fines del siglo XIX.
El 8 de julio de 1884, luego de varios años de acalorados debates sociales en distintos ámbitos, y principalmente en el Congreso de la Nación, se promulga la Ley 1420, de educación primaria común, laica y obligatoria en todo el territorio nacional.
Esta norma generó las condiciones propicias para universalizar federalmente la educación pública, generando en un corto plazo, una baja de suma importancia en los índices de analfabetismo infantil, posicionando a nuestro país como ejemplo positivo en todo el continente americano.
Además, la norma ideada inicialmente por Domingo Faustino Sarmiento, permitió generar las condiciones básicas para consolidar algo muy añorado en nuestra incipiente Patria y pocas veces asociado a su figura: el concepto de identidad nacional.
La Ley 1420 permitió que los nativos, junto a los cientos de miles de inmigrantes que arribaban a nuestros puertos, se igualen socialmente en la escuela pública. Mediante saberes y valores comunes, hijos de polacos, alemanes, españoles, judíos e italianos forjaron una verdadera gesta colectiva, de patriotismo y unidad nacional.
Gracias al trabajo armonioso y dedicado de los maestros, se inculcó con perseverancia honrar a la bandera, utilizar la escarapela, entonar el himno y marchas nacionales, respetar los símbolos patrios y, más adelante, emplear el guardapolvo blanco como elemento distintivo de una sociedad de respeto al prójimo, igualadora de oportunidades, donde el mérito individual se conjugaba con el éxito colectivo.
El respeto a la figura del maestro constituyó otro elemento primordial en el ideario nacional. Se transformó en un ejemplo ciudadano y en unas de las profesiones más loables.
En definitiva, la Ley 1420, resultó un instrumento fundamental para consolidar el concepto de identidad nacional o conciencia de argentinidad, al cual todos anhelamos como factor insoslayable en la tan deseada unión de nuestro pueblo.
A 140 años de un acontecimiento que transformó nuestra sociedad en general y la educación en particular, debemos procurar que los valores de la Ley 1420 se mantengan y nos encuentren nuevamente juntos, consolidando lo mejor de nuestra argentinidad, a través de una escuela pública, igualadora de oportunidades.